domingo, 22 de marzo de 2009

Literatura y mujeres: un texto interesante para comenzar el debate...esperamos tu opinión!

Mujeres y Literatura
Una de las cuestiones recurrentes en los últimos debates culturales es si existe una “literatura femenina” diferente de la masculina, interrogante al que se une otro doblemente inevitable que se pregunta si existe en la literatura una tradición de escritura femenina, y en el caso que exista, por qué no se refleja en los manuales de literatura.


Mercedes Arriaga Flórez, de la Universidad de Sevilla, reflexiona sobre estas importantes cuestiones, que dividen en muchos casos a las personas que investigan en este hecho literario:

Para empezar por la primera cuestión a la que pocos críticos y críticas desean responder de forma clara, porque tanto una negativa como su contrario son igualmente comprometedoras, hay que decir que algunos parten de la afirmación de que no existe literatura de hombres o de mujeres, sino sólo buena o mala literatura, aunque se detienen ahí sin entrar en la cuestión de quién, con qué criterios, o en qué circunstancias históricas o políticas, se decide lo que es “bueno” o “malo” en literatura.

Si se hicieran estas preguntas, con la respuesta se podría explicar la hegemonía de algunos autores con respecto a otros en algunos periodos históricos, el predominio internacional de una literatura sobre otra, y el olvido por parte del público de autores que en una coyuntura político-social determinada fueron aclamados. La canonización en literatura es un procedimiento sumario y selectivo que responde a criterios culturales y posiciones ideológicas, (por no hablar de los intereses), de los canonizadores, que logran tramandar “su” concepción de la literatura. Por desgracia, como se sabe, nuestro mundo moderno y democrático no ha podido acabar con este control, que si en tiempos pasados se hacía con criterios estéticos, políticos, religiosos, etc., ahora responde casi exclusivamente a exigencias del mercado editorial, y a niveles de audiencia.


Hay una cuestión terminológica, y es que con la etiqueta “escritura femenina” se designa tanto la literatura escrita por mujeres como la literatura de contenido “femenino”, es decir, que se centra en la experiencia de ser mujer en el mundo con todos sus matices biológicos y contextos situacionales, pero con la salvedad de circunscribir el “mundo femenino” casi exclusivamente a su acepción más tradicional, con lo cual, muchas escritoras que proponen modelos y espacios femeninos nuevos, tampoco se identifican con esta denominación.

Existe una “literatura femenina” y una “literatura masculina” por lo que se refiere, no a los autores/as que la practican, sino a sus contenidos. Si partimos de lo femenino y lo masculino en términos de construcción social, tendremos que reconocer en la literatura uno de los espacios donde estas construcciones y sus estereotipos se forjan y se reproducen (también se subvierten, afortunadamente), junto con modelos de comportamiento y esquemas ideológicos que los refuerzan.

Nadie ignora que ha existido desde siempre, también una literatura escrita “para” mujeres, que en principio revestía carácter preceptivo (libros de comportamiento, tratados morales, etc.), y que con el paso de los siglos se convirtió en novela rosa, folletines y otras obras, donde lo femenino (también lo masculino, pero los hombres leen mucho menos este tipo de textos) sigue encorsetado en esquemas tradicionales. Esta literatura escrita para mujeres no siempre tiene una autora detrás, muchos autores, que cuentan con un numeroso público femenino que los sigue y compran sus libros, la practican.

La literatura “femenina” no es exclusiva de las escritoras, del mismo modo que la literatura “masculina” ha sido, y es, practicada por muchas autoras. Ahora bien que la literatura de contenido femenino no goza del mismo prestigio que su antagonista, es algo evidente, consecuencia de una tradición social, política, religiosa y cultural que sobrevalora lo masculino e infravalora lo femenino.

Benedetto Croce decía con admiración de María Giuseppina Guacci, escritora italiana del siglo XIX, que “en ella no percibís la mujer” (Morandini, 1997,). Para no encontrarse con la desaprobación de la crítica y con el desprecio social, muchas autoras escriben deliberadamente “como si no fueran mujeres”. Es el caso de Natalia Ginzburg, narradora y periodista contemporánea, que en la introducción de una de sus obras explica las dificultades que ha tenido que afrontar para escribir sus novelas, entre ellas, la de ser una mujer, y por lo tanto, de correr el riesgo de resultar “pegadiza y sentimental” (Ginzburg, 1993,), defectos que le parecían odiosos y típicamente femeninos.

Natalia Ginzburg deseba “escribir como un hombre”), y por ese motivo escoge, en su primera etapa, una forma de escritura intencionalmente impersonal y alejada, evitando toda referencia autobiográfica. Después de las primeras obras, la escritora se da cuenta que el mundo que describe no le pertenece y sus personajes no nacen de ella. A partir de ese momento el uso de la primera persona, el recurso de la memoria y el sentimiento se convierten en constantes de sus novelas: “Y desde entonces siempre, desde que usé la primera persona, me dí cuenta que yo misma, sin ser llamada, ni solicitada, me filtraba en mi escritura” (Ginzburg, 1993).

Tampoco la literatura feminista, que denuncia las desigualdades e ilustra la lucha de la mujer por ver reconocidos, primero su dignidad y después sus derechos, ha sido practicada sólo por mujeres. Ya en el Renacimiento italiano existen una serie de tratadistas (Cortegiano con sus Diálogos, Lando con las Forciane disputationes, Speroni con Dignidad de las mujeres, Gelli con Circe, Stefano Guazzo con Honor de las mujeres), que rechazan el concepto de la inferioridad moral de la mujer, al tiempo que defienden la dignitas mulieris. En España Luis Vives y Fray Luis de León se insertan también en esta línea, aunque con un carácter marcadamente pedagógico.


Las diferencias entre “literatura masculina” y “literatura masculina”, más que estar relacionadas con el sexo/género de sus autores y autoras lo están con la adopción de una posición hegemónica o marginal, tradicional o innovadora, con la elección de temas que pertenecen al ámbito público o al privado, con la identificación o la subversión de los roles y los modelos culturales. Es lo que paralelamente Jonathan Culler sostiene a propósito de las posiciones que el lector o lectora pueden adoptar ante el texto, que puede asimilar contenidos más o menos femeninos o masculinos, independientemente del hecho se ser hombre o mujer (Culler, 1982).

La idea central, tanto de los “deconstruccionistas” como de la crítica postfeminista, es que autor y lector no son sujetos neutros, universales, teóricos, sino sujetos encarnados y sexuados. Como señala Patrizia Violi “la diferencia sexual constituye una dimensión fundamental de nuestro experiencia y de nuestra vida, y no existe ninguna actividad que no esté en cierto modo marcada, señalada, o afectada por esa diferencia” (Violi, 1991). Es así como un gran número de críticas literarias opina que el género, como preferencia textual, remite a la relación que un determinado/a escritor/a mantiene con el modelo cultural dominante de la identidad femenina o masculina, y en este sentido, diferentes sectores de los women studies, han afrontado el tema del género que se inscribe en el texto.

Pasemos ahora a la cuestión de la tradición. Como señala Marina Zancan, la tradición literaria canonizada es la “historia de un pensamiento masculino”, no sólo por la ausencia de escritoras, sino también porque esa tradición ha codificado lo femenino a través de temas, estilos y escala de valores (Zancan, 1998). Esta circunstancia no ha impedido que las mujeres practiquen la escritura en todas las épocas, pero sin conquistar el título de “escritoras” que sólo conseguirán, con grandes dificultades y no pocas oposiciones, a finales del siglo XIX y principios del XX.

Las escrituras de las mujeres se desarrollarán en el ámbito de lo privado durante siglos (cartas, diarios, cuadernos de apuntes, libros de familia), teniendo una repercusión escasa en la tradición cultural que, muchas veces a lo largo de la historia se ha mostrado reacia a aceptar los productos culturales que salieran de la pluma de una mujer.

Este es el caso de la crítica consagrada en Italia, que considera a las escritoras como casos aislado, y aún reconociendo el peso de algunos nombres de mujer, tienden a no atribuir ningún peso a los géneros literarios en los que éstas predominan. Por otro lado la labor, aún incompleta, de numerosas críticas ha demostrado que no sólo existe una tradición femenina de escritura creativa, sino también ensayística y erudita, en la que figuran escritoras desconocidas en los libros de textos, y una cierta continuidad en los recursos de escritura.

La crisis del papel del intelectual y la presencia de un público popular, en el que abundan también las mujeres, son las principales causas de la irrupción masiva de las escritoras en tres campos importantes de la literatura: como autoras de libros para niños, traductoras de autores extranjeros y, por último, como críticas de textos de escritoras del pasado.

A propósito de la historia de la literatura escrita por mujeres hay tres rasgos reseñables:

1. La falta de atención por parte de la critica.

2. La falta de transmisión de los textos femeninos.

3. La dificultad de las escritoras para afirmarse como tales.

La presencia real de numerosas escritoras dentro del panorama literario de los diferentes siglos, respaldada por el éxito de público de algunas obras y por el reconocimiento de premios literarios prestigiosos sobre todo en el siglo XX, no se corresponde con el espacio que se les asigna en historias de la literatura, libros de texto, antologías y repertorios bio-bibliográficos. En las diferentes historias de la literatura las autoras aparecen descontextualizadas, presentadas como casos excepcionales, fuera de las corrientes y movimientos literarios.

Una historia de la literatura que incluya a las escritoras no debiera plantearse en términos de sexo-género, sino como un problema de cultura silenciada. La cultura femenina, perteneciente a un grupo de población fuera del poder a causa de su sexo, es una cultura subalterna, que ha dialogado, pero también polemizado, con la cultura dominante. Las escritoras son las primeras que han entendido y practicado lo que ahora se llama interculturalidad, porque han tenido que manejarse con dos códigos, dos lenguajes y dos mundos diferentes que separaban lo privado de lo público, la vida del arte, la tradición oral de la escrita.

Como las escritoras han sido estudiadas como casos aislados, faltan todavía estudios que las integren en el tejido cultural de cada época. Esta operación permitirá descubrir que las escritoras jugaron un importante papel desde las cortes, salones y reuniones literarias desde el Renacimiento hasta nuestro siglo.

Queda, además, por estudiar la incidencia de la creación femenina en la cultura oficial. Se suele olvidar que algunos géneros literarios creados por escritoras, luego han entrado a formar parte del tejido de la literatura consagrada. Pero también se olvida en la historia de la intertextualidad que algunos géneros de discurso, metáforas, imágenes e ideas de gran repercusión también han sido inventadas por mujeres. En la literatura italiana el ejemplo más relevante es el de Christine de Pizan, que con su obra La ciudad de las damas, ya en el siglo XV, formuló la hipótesis de la ciudad como espacio útopico. Idea que después replanteará Campanella con La ciudad del sol, y que llegará a nuestro siglo de la mano de Las ciudades invisibles de Italo Calvino.

Tarsila do Amaral: todo el color de Brasil


Conozcan a Tarsila do Amaral, una mujer que vivió el siglo XX y todas sus turbulencias en la primera fila. Nació en Brasil, estudió pintura en París, viajó por el mundo (sucesivamente con sus cuatro maridos) y tuvo acceso a los círculos intelectuales franceses más exclusivos, pero volvió a su país para participar de la vanguardia de los años 30, con un objetivo: dar forma y color a la identidad brasileña. Incluso, gracias a una pintura suya, que le regaló a su marido el poeta Oswald de Andrade, en 1928, este se inspiró en ponerle nombre a un movimiento que fue pictórico y literario, y al que se reconoce como “antropofagia” (el modo brasileño de “comerse” las influencias europeas y dar a luz una forma propia de ser un país).


Los colores fuertes, las formas redondeadas de hombres y mujeres, las casitas, palmeras, barquitos y animales con cierta ingenuidad calculada, caracterizan una pintura que quiso rescatar un país de naturaleza exuberante y sensual. Sus obras están basadas en sus continuos trasiegos por buena parte de Europa, la Unión Soviética y Medio Oriente, pero también en sus viajes por zonas del Brasil más profundo. En todas sus travesías conservaba una libreta, en la que iba apuntando paisajes (reales e imaginarios) y formas que a veces abandonaba, y otras le servían como ensayo para algunas obras.

“Encontré en Minas los colores que me encantaban de niña. Me enseñaron después que eran feos y vulgares. Pero me vengué de la opresión y puse en mis cuadros azul purísimo, rosa violáceo, amarillo vivo, verde rutilante”, escribió la artista, al explicar el modo en que pudo escapar de los corsets de la academia que conocía. Nunca más retornó a ellos: fue clave en el movimiento de artistas renovadores de los años 30; viajó a la URSS y volvió impactada.


Pero en 1933, tras una crisis económica familiar que suspendió sus iniciativas viajeras, Tarsila entró en un período de sombra que ya no abandonó, a pesar de que siguió produciendo, mayormente obras por encargo. Murió en 1973 en San Pablo, poco después de que su obra se hubiera comenzado a cotizar mundialmente.

Se la ha criticado por haber desarrollado una pintura ingenua. Responde la curadora: “No lo creo. Ella tenía mucho conocimiento de pintura. Hay una síntesis y una búsqueda de ingenuidad como característica de la nación. Es un Brasil no europeizado, en contacto con la tierra y la naturaleza”.

sábado, 21 de marzo de 2009

.:BAR LITERARIO:.

Ya tenemos fecha para nuestro primer encuentro del año!
En breve información y material de los anteriores en este medio. Por lo pronto, acérquense a éste y conózcannos en persona! Los esperamos con ansias...
Abajo de todo encontrarán enlaces realcionados con algunas mujeres que nos pareció interesante compartir.

.:BAR LITERARIO:.

literatura hecha por

Mujeres

LITERATURA SOBRE

MUJERES

El viernes 27 de marzo a las 22 hs.

en Centro Cultural 'LA URDIMBRE' (San Jerónimo 2523)

Inauguramos este nuevo año con propuestas temáticas. La que nos concierne en esta ocasión refiere a la mujer. Por este bar literario desfilarán textos escritos por mujeres, así como también personajes femeninos de todos los tiempos.

Esperamos que te dejes seducir por ellas.

[+Lectores, lecturas.]

[+Música]

[+Sorpresas]

[+Invitad@s]

[+Nuevo servicio de buffete!]

Vení, trae tus textos o los que quieras compartir, o LO que quieras compartir...te esperamos!

Micrófono abierto para quienes deseen participar y compartir textos de su autoría o de su gusto personal.

¡Entrada libre y gratuita!



Judith Ordoñez.
http://www.bolivianet.com/arte/judithordonez/index.htm

Alejandra Pizarnik.

http://amediavoz.com/pizarnik.htm

Frida Kahlo.

http://www.fridakahlofans.com/indexspanish.html

http://www.youtube.com/watch?v=VAY_bIyLp3w&feature=related



martes, 10 de marzo de 2009

.:Acta inauguraL:.

Bienvenido/a a nuestro blog!
Esperamos que lo que encuentres aquí sea de tu agrado.
La razón de existir de este espacio se halla ligada (a su vez) a la existencia de otro: el centro cultural La Urdimbre, donde llevamos a cabo nuestros bares literarios.
Un bar literario es un encuentro que tiene como protagonista a la poesía en todas sus manifestaciones. Lo que intentamos es invitar escritores no demasiado difundidos para que hagan conocer su producción. También nos interesa sumar músicos, fotógrafos, pintores, escultores, o aficionados a alguna disciplina artística a que decoren nuestros muros en cada ocasión, nos regalen sus notas y parte de sí. Todo eso de modo gratuito (o con la mínima y voluntaria cooperación de quienes asisten y nos acompañan dándonos su apoyo).
A partir de allí, decidimos utilizar este medio para comunicarnos, darnos a conocer y conocerte!
Por eso, una vez más BIENVENID@!

Esperamos tus comentarios, críticas, sugerencias. Esperamos tu voz.